Nuestros peques, equipados con regaderas, rastrillos, palas y cubos, salieron al jardín dispuestos a poner en práctica todo lo aprendido en clase sobre el cuidado de las plantas.
Después de trabajar en el aula la importancia que tienen para nuestro planeta, llegó el momento de ensuciarnos las manos y convertirnos en pequeños jardineros y jardineras.
Con entusiasmo y mucho mimo, prepararon la tierra, regaron y plantaron, descubriendo que cuidar de la naturaleza también es una forma de cuidarnos a nosotros mismos.
El resultado no pudo ser mejor: un jardín lleno de vida… ¡y de sonrisas!





