El Papa Francisco ha lanzado una profunda reflexión sobre la crisis educativa mundial, calificándola como una verdadera “catástrofe educativa”. Según el Santo Padre, alrededor de 250 millones de niños y niñas en todo el mundo carecen de acceso a la educación debido a las guerras, las migraciones y la pobreza.
El Pontífice subrayó que la educación no es un privilegio, sino un derecho fundamental que debe garantizarse a todos los niños y jóvenes, independientemente de su situación migratoria. Resaltó que el acceso a la educación es una herramienta clave para salvar a los migrantes y refugiados de la discriminación, las redes delictivas y la explotación, problemáticas que afectan a tantos menores en situación vulnerable.
“La educación es una esperanza para todos: puede salvar a los migrantes, a los refugiados, de la discriminación, de las redes de delincuencia y de la explotación… ¡Tantos menores explotados! Y ayudarlos a integrarse en las comunidades que los estén acogiendo”, expresó el Papa.
El Santo Padre también destacó que la educación abre puertas hacia un futuro mejor y permite que los migrantes y refugiados contribuyan a las sociedades de acogida o a sus países de origen si deciden regresar. Asimismo, recordó que, desde una perspectiva cristiana, “quien acoge al forastero, acoge a Jesucristo”.
El Papa concluyó con una invitación a la oración y la acción:
“Oremos para que migrantes, refugiados y afectados por las guerras vean siempre respetado su derecho a la educación, necesaria para construir un mundo mejor.”
Este llamado es una invitación a gobiernos, instituciones y personas de buena voluntad a trabajar en conjunto para garantizar el acceso a la educación, una herramienta indispensable para construir sociedades más justas, inclusivas y solidarias.